BAD GYAL en el Santander Music Festival 2019: ¡Dando candela!

Crónica de la actuacion en el Santander Music Festival 2019, el jueves 1 de agosto. 

Texto: F-MHop 
Fotografías: Elisa Díaz Grijuela 

Artículo publicado originalmente en LA FACTORÍA DEL RITMO
 
Una nueva generación de jóvenes artistas ha irrumpido en los últimos años al margen de las estructuras discográficas tradicionales, con unas preferencias sonoras difíciles de catalogar para los profanos y donde los vínculos entre ellos tienen más que ver con compartir público y apostar por unas letras donde el placer es el epicentro, que por practicar las mismas tendencias sonoras. Así, el término “música urbana”, se antoja útil, por impreciso y por ser capaz de acoger tendencias diversas en lo estético y en su concepto de fondo, aunque interconectadas por raíces comunes.


En nuestro país, esta generación se ha aupado sacando partido a las redes sociales, llegando a otros jóvenes con los que comparten edad, inquietudes y referencias culturales. Se les ha etiquetado de música urbana, por no tener a mano otro término mejor, aunque en ese “universo” también entraría la música de la cultura Hip Hop y solo algunos de ellos comparten técnica (el rap) o una actitud mínimamente afín a la rebeldía y conciencia social que caracteriza a ese movimiento.
Esta nueva generación de artistas nacionales son el nuevo pop y nombres como Dellafuente, Pxxr Gvng, C Tangana, La Zowi, Cecilio G, Rels B, Don Patricio, Nathy Peluso, Bea Pelea o Bad Gyal son muy diferentes entre sí, aunque comparten lugar en las playlist de los más jóvenes y tienes rasgos que permite ubicarlos en la misma escena.

Cada uno de estos nombres destaca con una personalidad propia y Bad Gyal lo hace apostando en lo sonoro principalmente influenciado por el dembow y el reggaeton, con unas letras donde habla sin tapujos de sexualidad y diversión sin cortapisas y una imagen abiertamente provocativa.
Bad Gyal comparte con la mayoría de esos nombres citados el planteamiento de sus espectáculos, donde la puesta en escena y el baile tienen igual o mayor protagonismo de la música, las instrumentales se lanzan por un DJ sin ningún instrumento en directo, las voces se bañan en efectos y muchas veces emplean sin rubor las grabaciones originales con la pista de voz incluida mientras el artista baila, anima al público o superpone su canto.
Ubicar a Bad Gyal dentro de la programación del Santander Festival, orientado principalmente al rock independiente, supuso una apuesta segura por la provocación y por no dejar indiferente al público.

El colectivo de acérrimos de Bad Gyal, que probablemente acudieron al festival con ella como único reclamo, se colocaron en las primeras filas, en la zona central y disfrutaron de lo lindo, hiciera lo que hiciera la artista. Da igual que cantara, hablara, bailara o protestara por el sonido, ahí estaban entusiasmados, bailando y coreando las letras. Damos fe que se lo pasaron de lo lindo.
En el resto del público reinó el estupor durante la actuación. Una voz justita sumergida en autotune, unas coreografías compartidas por ella y cuatro energéticas bailarinas entre el erotismo y la gimnasia deportiva, con el twerking como un recurso recurrente y esa utilización de las canciones originales, con voz incluida, que ni tan siquiera se podía catalogar de playback: cuando cantaba lo hacía, hubiera o no pista vocal debajo, y cuando decidía dejar de cantar no había ninguna intención de disimular nada, el micrófono se dejaba a un lado ¡y a bailar!

Bad Gyal demostró estar sobrada de actitud, protesto en varias ocasiones por el sonido (que era bueno para el público, aunque sus monitores debían presentar problemas), triunfó entre sus fieles y sorprendió (para mal) al resto. 
El tiempo dirá si Bad Gyal es flor de un día (o ya a estas alturas, de unos pocos años), pero desde luego lo que hay que subrayar (para evitar confusiones entre los que la descubrieron esa noche), que no se trata de un producto de marketing, sino de una artista que se ha hecho a sí misma, que se ha aupado sin apoyo de la industria ni de los medios, que cree en su arte y que ha tenido la ventura de conectar con un público al que le encanta, numeroso en cantidad y muy joven. 
Y estos son aspectos a reconocer e incluso admirar, aunque a muchos de los presentes, entre los que me incluyo, su actuación nos horrorizara por momentos y nos resulte incomprensible que tenga ese tirón. Pero tener lo tiene y lo ha conseguida por sí misma.

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